El meloncillo (del latín meles, tejón) es un pequeño mamífero, miembro de la familia de las mangostas y la única europea, presuntamente introducida por los árabes en la Península Ibérica, pues las llevaban de mascotas y para protegerse de las serpientes. Habita en la Península Ibérica (donde está en expansión), Aquitania, amplias zonas de África y Arabia, y ha sido introducido en Madagascar. Los ejemplares adultos pesan 2-3,5 kg y rondan el metro de largo. Es esbelto, con la cola relativamente muy larga, borra de color ocre muy visible entre el pelo, mechón negro en la punta de la cola, patas cortas, aspecto hirsuto, pelaje oscuro, ojos ambarinos.
Tanto nocturno como diurno, el meloncillo cuando está con las crías se desplaza de una forma muy original, cada una de ellas, bajo la cola del siguiente, dando lugar a una forma de serpiente, lo que le ha valido el apelativo de serpiente peluda, y algún susto a algún cazador que ha creído ver una enorme serpiente que con el disparo se desvanecía en muchos trozos. Puede con serpientes venenosas como las víboras, a las que da muerte esquivando su venenosa mordedura.
Se alimenta de conejos, micromamíferos y reptiles, sobre todo culebras, aunque ocasionalmente también come aves, insectos, carroña, etc.
Habita en zonas de matorral con suficientes recursos de conejos y ofidios.
Incluido en el Anexo III del convenio de Berna.
En España se encuentra la subespecie Herpestes ichneumon widdringtoni descrita por Gray en 1842. Para Cabrera, esta subespecie está bien definida que se distingue claramente de las poblaciones que hay en el norte de África por su tamaño algo mayor, globos auditivos más inflamados, color más oscuro en las poblaciones españolas y sobre todo por sus dientes más grandes.
martes, 27 de mayo de 2008
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