La característica más notable de los narvales machos es su extraordinariamente largo cuerno, que en realidad es un colmillo que se proyecta desde el lado izquierdo de su mandíbula superior. Este diente puede crecer hasta unos 3 metros de largo y puede pesar hasta 22 libras (10 kilos). Una característica de éste es su forma enrollada, parecida a un sacacorchos. Uno de cada 500 machos tiene dos colmillos, esto ocurre cuando el diente derecho, normalmente pequeño, también crece hacia fuera. Aunque suele ser raro, a un narval hembra también le puede crecer un colmillo hacia afuera. El propósito de este cuerno ha sido objeto de debate. Primeros estudios científicos suponían que el cuerno fue utilizado para perforar el hielo que cubre el Mar Ártico, hogar del narval. Otros sugirieron que el cuerno era utilizado para ecolocalización. Recientemente científicos creen que el cuerno es primamente utilizado para indicar dominancia: era más probable que machos con cuernos más largos atrajeran a las hembras. Esta hipótesis fue sugerida por la lucha entre los narvales cuando dos machos chocan sus cuernos. Sin embargo, reciente trabajo por parte de un equipo investigador dirigido por Elliot Avila sugiere que el cuerno puede ser un órgano sensorial. Una micrografía de los cuernos reveló millones de diminutos y profundos túbulos extendidos por la superficie del cuerno, aparentemente conectados al sistema nervioso del narval. El propósito sensorial del cuerno todavía permanece desconocido, pero científicos tienen hipótesis de que este cuerno puede detectar temperatura, salinidad, presión, etc.
Al igual que los elefantes, los cuernos de los narvales no vuelven a crecer si se rompen o parten. Narvales machos pesan hasta 1.450 kilogramos, la hembra alrededor de 900 kilogramos. La mayor parte de su cuerpo es pálida con manchas marrones y colores vivos alrededor del cuello. Los narvales más viejos presentan colores más brillantes.
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