La salamandra gigante china, el anfibio más grande del mundo según la ZSL, es parte de un distintivo linaje evolutivo de la era de los dinosaurios y puede alcanzar el tamaño de un humano –casi 1.8 metros de longitud. Además de tener un hábitat fragmentado, la criatura –un relativo lejano del tritón– ha sido cazada de tal manera que ahora se encuentra en peligro de extinción, por lo que parte de los esfuerzos de la ZSL incluyen educar a la gente local acerca del animal.
“Los anfibios EDGE se encuentran entre las especies más sorprendentes e inusuales del planeta, y aún así un alarmante 85 % de las cien principales reciben poca o ninguna atención conservacionista y se extinguirán si no tomamos acción ahora mismo –dijo Helen Meredith, coordinadora de Anfibios de EDGE–. Puede que estos animales no sean tiernos, pero ojalá que con su apariencia extraña y comportamiento bizarro, inspiren a la gente a que apoye su conservación”.
Se sabe poco de la rana púrpura, otra de las diez especies seleccionadas por EDGE. La criatura pigmentada se encontró apenas en 2003, ya que pasa la mayoría de su tiempo bajo tierra, hasta 4 metros bajo la superficie.
“El programa EDGE se esfuerza para proteger las especies olvidadas del mundo y asegurarse de que las especies más extrañas sobrevivan la crisis de extinción actual y asombren a las futuras generaciones con su extraordinaria originalidad”, dijo Jonathan Baillie, director del programa EDGE.
La salamandra ciega de Olm, criatura transparente que vive en cuevas subterráneas, caza a sus presas usando un afilado sentido del olfato así como censores que pueden detectar campos eléctricos débiles. Puede llegar a vivir sin comida hasta 10 años, según la ZSL.
La rana Gardiner de las Seychelles mide 11 milímetros y quizás sea la rana más pequeña del mundo, según la Sociedad Zoológica de Londres.
“Trágicamente, los anfibios son los miembros del reino animal que más se pasan por alto, aún cuando una de cada tres especies de anfibios se encuentra en peligro de extinción –comentó Jonathan Baillie–. Estas especies son altamente sensibles a los factores como el cambio climático y la contaminación, lo cual los lleva a la extinción. Son una dura advertencia de lo que se aproxima. Si los perdemos, otras especies inevitablemente les seguirán”.
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